viernes, 14 de marzo de 2014

SOLEDAD EN LONTANANZA

SOLEDAD EN LONTANANZA

¡Estás solo!, me dijo el demonio,
y ningún eco repetirlo pudo.
Era el momento que despide la tarde,
polvo extranjero había en mis sandalias,
y se marchaban las avecillas que no volverán.
Pesado manto traía la noche con nieve,
exaltando el paisaje indeseable del abandono;
sentí que temblaban mis vacíos bolsillos,
mientras el frío mordisqueaba otros huesos.

¡Entonces me quedé sin enemigo!, grité,
deseando avivar mi valor solitario.
Un muelle definía la gran lejanía,
y ningún barco piadoso en lontananza;
solamente un faro entre acantilados.
Ahí, un ser eviterno contra el final decretó,
porque su luz dibujó consuelo en la playa,
y mi sombra se alargó cruzando el mar.

Había enmudecido el viento arisco,
y también callaron negros fantasmas,
cuando lo adverso derrota sufrió,
por desafiar sobrehumana frente pacífica
y sin par voluntad salvadora,
cuyo dedo señaló mi única ruta, ¡vivir!

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