jueves, 20 de marzo de 2014

¡MI MUSA VIVE!


¡MI MUSA VIVE!


Un pequeño ángel atestigua su resurrección de la Musa, y ofrece una rosa. Ella se acomodará el manto, para dejar su reino de los muertos, mientras la densa neblina hace borroso el resto del paisaje.
Esta obra es un homenaje a la belleza femenina que, a pesar de la muerte se levanta, para seguir inspirando al artista.







(Óleo sobre lienzo, medidas 175 x 150 centímetros)

miércoles, 19 de marzo de 2014

PECCATUM IN TENEBRIS NON LUCET ( El pecado no brilla en las tinieblas)

PECCATUM IN TENEBRIS NON LUCET 
 ( El pecado no brilla en las tinieblas
Pintura al óleo sobre lienzo, con  medidas de 200 x 200 centímetros 

Una obra que necesitó un año completo de labores en el estudio artístico.

Me ha correspondido con mucho gusto, pintar una versión diferente, sin ocultar lo grotesco. No hace falta que lo describa con palabras. Aquí lo que me interesó fue trabajar igual que hicieron los maestros antiguos, para no descuidar el proceso artístico.
Naturalmente, ningún otro artista de la historia se atrevió a pintar, a retratar el otro lado de la medalla; es decir el lado que solamente puede reflejar un espejo extraordinario. Esta obra no ha intentado esconder los más salvajes y pecaminosos aspectos que suelen esconderse debajo de los disfraces humanos. Aquí están en sus puestos, los elementos  que conformaron el suceso atroz.
Por lo tanto, esta obra guarda mi aprecio a las formas humanas, pero con detalladas figuras que nos puedan hacer notar lo brutal y animalesco; horrendas monstruosidades que resultan de comportamientos equivocados. No hubo necesidad de moretones ni derrame de sangre. El placer estético resulta del tratamiento e integración de sus elementos plásticos universales.

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viernes, 14 de marzo de 2014

ILUSIÓN FANTASMAL

ILUSIÓN FANTASMAL

Era la noche que suelta fantasmas,
cuando madura el otoño,
y campanas imploran perdón.
Luctuosa congoja entonaba el réquiem,
y cerca del templo la prometida.

Quizá doncellas envidiaron su encanto,
sin comprender las cuitas de amor,
aquella noche de neblinosos pesares.
Abatida, la dama partió al camposanto,
esparciendo suspiros de su biografía.

Con embrujo ella danzó a plenilunio,
luciendo insepulta hermosura,
para él, irredento amante irreal;
allí donde no palpitan pechos vencidos,
ni florecen los resignados ideales.

Sobre una tumba ondulaba ella sus formas,
deseando alentar la ilusión de pasión.
¿Fue una quimera al margen del sueño?,
o ¿confirmación de prohibida existencia?
¡Cuánta desdicha retrató tal aparición!,
¡y lo macabro reinó entre las tumbas!

Ningún epitafio exaltó esa desdicha,
solo aventurados recuerdos y flores blancas,
entre los versos de horas insomnes,
removiendo cenizas junto a lechuzas,
¡antes que pueda cantar el gallo negro!

SOLEDAD EN LONTANANZA

SOLEDAD EN LONTANANZA

¡Estás solo!, me dijo el demonio,
y ningún eco repetirlo pudo.
Era el momento que despide la tarde,
polvo extranjero había en mis sandalias,
y se marchaban las avecillas que no volverán.
Pesado manto traía la noche con nieve,
exaltando el paisaje indeseable del abandono;
sentí que temblaban mis vacíos bolsillos,
mientras el frío mordisqueaba otros huesos.

¡Entonces me quedé sin enemigo!, grité,
deseando avivar mi valor solitario.
Un muelle definía la gran lejanía,
y ningún barco piadoso en lontananza;
solamente un faro entre acantilados.
Ahí, un ser eviterno contra el final decretó,
porque su luz dibujó consuelo en la playa,
y mi sombra se alargó cruzando el mar.

Había enmudecido el viento arisco,
y también callaron negros fantasmas,
cuando lo adverso derrota sufrió,
por desafiar sobrehumana frente pacífica
y sin par voluntad salvadora,
cuyo dedo señaló mi única ruta, ¡vivir!

LA UMBRÍA MANSIÓN

LA UMBRÍA MANSIÓN

¡Con rumbo norte, adelante!,
impulsaba lo intrépido.
Temerarios mis pasos fueron,
camino a la extraña mansión.
Tiritaban los pinos fornidos,
dejando caer manchas retintas
en el sendero sinuoso y ajeno.
A lo lejos, se veía oscura la finca,
con su atavío de misterio y nubes;
a mi lado, espectrales sombras reptaban
borrando los pasos de peregrino.
Escondidos entre los huraños abetos ,
lamentos del viento y lobos inquietos,
anunciando el peligro frente a la noche.
No hallé flores tras el portal,
ni calor del hogar en sus murallas,
solo gélida suerte que no esperaba.
¡Qué palacete de siniestros tesoros!,
¡pieza de conquista y combates!
A pesar de todo, la Luna no me dejaba,
ni los mortecinos faroles;.
y el plenilunio volando en lo alto,
cuando el fortín abrió su corazón.
Poco apoco, en silencio, y sueños,
ofreció a mi pluma su aire insomne,
niebla de siglos con epopeyas.
Y en el tiempo gravado por rayos,
aquella morada fue lo que fue;
escudo contra malos augurios,
siempre rodeada por los fantasmas;
 pero muy orgullosa de su abolengo,
en medio del crujir de dientes;
¡páginas llenas de historia nocturna!,
¡lo que pudo resultar silencio en las calles!
Y aunque al portal las penas clamaban,
me animaron paradojas de lo contemplativo,
¡en antesala de  sus revelaciones!
Puedo asegurar que no fue ilusión,
descubrir la miseria del mundo
en su pecho de piedra y hierro,
¡hasta sentir su corazón latir!
Mas al acercar mi oído para escuchar,
borrascas se unieron a los temores,
reflejando lo monstruoso por sus ventanas,
¡terribles figuras humanas rogando perdón!
Solo el milagro llegó a tiempo,
y del averno su juramento deshizo,
para salvar mis poemas y sueños,
temblorosas hojas junto al delirio;
hasta lograr la fecha más victoriosa,
no con la espada, sí con la oración.
Tampoco supe de aplausos del prójimo,
y vítores que premian hazañas,
solamente suspiros de ninfas,
antes de cantos con gallos.
Y al cabo de horas mustias y sobresaltos,
mi visión descubrió el gran secreto,
aquello que lo prohibido supo esconder
con espejismos tentando mi pluma,
y seres deformes entre los pinos;
¡extraños encuentros antes del alba!,
sabiendo que lo fiel llenaría mi copa,
junto al fogón solariego y en libertad,
¡no sobre botín de la magia y cañones!
Pero no fueron vanas mis horas,
en su intranquila mansión de las gárgolas,
arcano azul de misterios,
con heraldos que fueron tormentas,
me dijo tener los oídos despiertos;
¡contra  muerte, listo el corcel!
Porque así nacieron de las tinieblas,
estos versos entre alaridos y búhos,
noble regalo de la noche sin Luna,
tras el portal en el reino del miedo.












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