ILUSIÓN
FANTASMAL
Era
la noche que suelta fantasmas,
cuando
madura el otoño,
y
campanas imploran perdón.
Luctuosa
congoja entonaba el réquiem,
y
cerca del templo la prometida.
Quizá doncellas envidiaron su encanto,
sin
comprender las cuitas de amor,
aquella
noche de neblinosos pesares.
Abatida,
la dama partió al camposanto,
esparciendo
suspiros de su biografía.
Con
embrujo ella danzó a plenilunio,
luciendo
insepulta hermosura,
para
él, irredento amante irreal;
allí
donde no palpitan pechos vencidos,
ni
florecen los resignados ideales.
Sobre
una tumba ondulaba ella sus formas,
deseando
alentar la ilusión de pasión.
¿Fue
una quimera al margen del sueño?,
o
¿confirmación de prohibida existencia?
¡Cuánta
desdicha retrató tal aparición!,
¡y
lo macabro reinó entre las tumbas!
Ningún
epitafio exaltó esa desdicha,
solo
aventurados recuerdos y flores blancas,
entre
los versos de horas insomnes,
removiendo
cenizas junto a lechuzas,
¡antes
que pueda cantar el gallo negro!
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